8 de septiembre de 2010

Decimoquinta Crónica de “Un Viaje a Corea”, por Juan Nogueira

Decimoquinta Crónica de “Un Viaje a Corea”
- Último día en Corea -

Juan Nogueira López
para el blog
“Corea Socialista”
(Descargar en PDF)

Los romanos, los griegos y otras civilizaciones antiguas solían considerar a los extranjeros, especialmente a los de las tribus nómadas, como bárbaros, como salvajes. En aquella época, una diferencia básica era el idioma, por lo que era hasta cierto punto frecuente que se calificase a otras lenguas como salvajes.

Estoy seguro de que no existen lenguas salvajes, pero también tengo claro que sí que existen formas salvajes de hablar una lengua. Cada vez que entro en el comedor del Hotel Koryo me reitero en esta idea.

Me explico. Estos últimos días, en el comedor, la nacionalidad dominante son los japoneses, silenciosos y amantes de la formalidad. Tras el país del sol naciente, los coreanos son los más numerosos, entre camareros y clientes. Obviamente, ellos no molestan.

Después hay un reducido número de rusos, calladitos y con su pin de Kim Il Sung. Además del líder, han heredado el protocolo coreano.

Finalmente, hay cuatro chinos que cenan en mi mismo comedor. Dos son jóvenes y están occidentalizados. Visten como europeos y la mayoría de veces se les puede ver jugando al billar y similares.

Pero además, hay dos chinos adultos, que son el perfecto ejemplo de hablar de forma salvaje una lengua. Sus estancias en el comedor son un extraño concierto de eructos, gruñidos y gritos -que es el tono en el que suelen hablar. La verdad es que admiro que no tengan reparos en hacer las cosas como les apetece en cada momento: cuando quieren, comen con las manos; fuman, aunque esté prohibido en el comedor y les dicen de todo a las camareras cuando no les gusta la comida.

Ojala fuese capaz yo de haber dicho “no” con semejante firmeza y valentía cuando me inundaban los platos con fritanga variada. Lamentablemente, fui un ser timorato ante la cara de “no me torees” del contubernio gastronómico.

En fin. Tras el concierto matutino, visitamos una Granja Frutícola cercana a Pyongyang, aunque no recuerdo el nombre. Era simplemente enorme, aunque impresionaba más por lo intensivo de las plantaciones que por la extensión.

Los planes de construcción de esta enorme plantación de manzanos, comenzaron en 2004. Las obras incluyeron la nivelación del terreno, el cultivo de los manzanos, construcción de apartamentos, instituciones educativas, una clínica, edificios culturales, carretera, etc.

Se han terminado ya las dos primeras fases de la construcción. La primera de ellas terminó hace un año y la segunda en junio de este año. La producción de manzanas ya se está distribuyendo por todo el país, aunque el año en el que comenzará a operar a pleno rendimiento será -no es una sorpresa- 2012. Ese año, la producción abastecerá a todo el país.

Actualmente, 800 campesinos trabajan ya en la granja y su número ascenderá a 2000 dentro de dos años. Hay 1000 apartamentos construidos.

Todo el trabajo ha recaído sobre el Ejército Popular de Corea y la granja no es cooperativa, sino “propiedad de todo el pueblo” (es decir, estatal).

Por la tarde, concerté un encuentro con mis cuatro profesores de la Asociación Coreana de Científicos Sociales, aunque sólo tres pudieron venir al encuentro. Les hice una entrevista filmada para publicar en medios alternativos y de izquierdas en el Estado Español. Creo que elegí bien las preguntas, ya que las respuestas fueron amplias e interesantes.

En realidad, fiel a mi estilo, había preparado 37 preguntas, pero tuve que seleccionar las 12 más representativas para que saliese algo abarcable en términos de tiempo y paciencia.

La última de ellas fue quizás la más peliaguda: por qué existe un sentimiento tan fuerte hacia los líderes en Corea y si existe el “culto a la personalidad”.

En realidad, cualquiera que escuche con atención las explicaciones que dan en Corea sobre el desarrollo del país, llega a la conclusión de que -como mínimo- Kim Il Sung y Kim Jong Il son tremendamente polifacéticos. Sé que a mi amigo Joseph le gustará que emplee este adjetivo.

Pero realmente tiene sentido emplearlo. Kim Il Sung no sólo dirigió la guerrilla, lideró al pueblo coreano en su Guerra de Liberación contra Estados Unidos y fue el primer dirigente que construyó el socialismo en Corea. Además compuso canciones y escribió obras de teatro -patrióticas y de lucha, durante la época guerrillera-, conoce sobre arquitectura, arte militar y agricultura y aconsejó a los coreanos sobre cuestiones de todo tipo para mejorar su vida.

Kim Jong Il es autor de libros sobre ópera, cine, música y literatura, además de ser dirigente político. Cualquiera que lea sus textos políticos y sus textos sobre arte, sabe que proceden de la misma pluma.

Por la noche, Alejandro Cao de Benos me invitó a cenar con la delegación de la Asociación de Amistad con Corea (KFA, por sus siglas en inglés). Fuimos al restaurante italiano del barrio de Kwanbok.

Está bien decorado, el servicio es bueno y la comida excelente. El personal de cocina estudió en Italia, pero los ingredientes de toda la comida son coreanos. Aún así, el sabor es auténticamente italiano.

Por supuesto, no me resistí a pedir una pizza, aunque la que me trajeron era quizás demasiado grande. Aún así, quedé muy satisfecho.

Por supuesto, Alejandro y yo estuvimos hablando un buen rato. La verdad es que yo estaba intrigado por cuántas veces viene a Corea a lo largo del año. Como mínimo cinco, me dijo, aunque depende de las delegaciones que consiga organizar.

La de agosto estaba compuesta por tres checos, dos alemanes, un canadiense, dos chicos de Bahrein y el propio Alejandro. En general, bastante agradables y reinaba el buen rollo.

Hay camaradas coreanos trabajando con la KFA. Uno de ellos, Son Dongji, me cayó especialmente bien. Habla un inglés más que decente, es joven, trabajador y se sabe manejar políticamente.

En fin, a lo que voy: le pregunté a Alejandro por sus impresiones sobre el desarrollo económico de Corea. Como me esperaba, son muy positivas.

Según me explicó, ha visitado Corea prácticamente cada dos meses y en cada visita hay novedades y avances. Especialmente, en la industria ligera.

Por ejemplo, ahora mismo se ha conseguido cubrir con la producción nacional todas las necesidades de higiene personal (champúes, dentífricos, papel higiénico,...), con bienes de calidad elevada. Hace años, la calidad era mediocre y hasta hace poco, había que importar buena parte de los bienes. Por supuesto, que no se importen sirve para abaratar tremendamente el precio en las tiendas.

Cada vez hay más variedad en la alimentación. Los frutos secos, que hasta hace poco se importaban desde China, se cubren enteramente por el agro norcoreano. Los refrescos -algunos de los cuales pude probar- son ya únicamente norcoreanos. Que nadie se llame a engaño, no estamos hablando de productos de baja calidad: los refrescos -tanto en diseño, presentación como en sabor- son como mínimo tan buenos como sus equivalentes occidentales. No sé si en Corea los refrescos son capaces de desatascar tuberías, pero por lo demás, son serios rivales para la Coca Cola -que, por cierto, brilla por su ausencia en Corea.

La fruta aún tiene cierta dependencia del sector externo, pero la granja frutícola, que avanza a marchas forzadas, está consiguiendo reducir las importaciones mucho.

A principios de año, había cinco grandes centrales hidroeléctricas en construcción, de las cuáles ya se han inaugurado dos. Presumiblemente, cuando se termine la quinta, se asegurará el suministro eléctrico con la producción nacional únicamente.

Y como esto, un largo etcétera.

Estos últimos días, he podido comprobar hasta qué punto está centralizada la administración económica en Corea. Durante los primeros días, pude ver los campos perfectamente cultivados y los campesinos dedicándose a tareas comunitarias.

Pues bien, no sé exactamente qué día comenzó, pero de repente, en todos los campos de maíz, ha comenzado la recolección. El ritmo de la recogida es muy rápido y, probablemente, en una semana no habrá maíz creciendo en el agro norcoreano.

La verdad es que, como he mencionado en varias ocasiones, el esfuerzo, la planificación y la organización estricta de la economía es una característica muy propia de este país. Con ello, han logrado, según la FAO, el mayor rendimiento por hectárea en el cultivo de arroz (en 1984) y patata (recientemente) de todos los países. Es un hito para un país bloqueado, con escasa superficie cultivable, malas condiciones climáticas y que no pertenece al llamado “primer mundo”.

Este año, Corea ha sufrido desastres naturales que han afectado a las cosechas de la zona oriental. No he estado en esa área, aunque según leí en la prensa norcoreana, se ha movilizado al campesinado para quitar el fango y recuperar el máximo posible. Las últimas noticias relativas al proceso de recuperación decían que ya se había conseguido recuperar más de un tercio de esas cosechas.

En cualquier caso, es una suerte que los desastres hayan afectado únicamente a la zona oriental, ya que el granero de Corea del Norte está en la zona del sur-occidental.

Mañana vuelvo a China... ¡Una pena!


Juan Nogueira López


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